
En sus exploraciones, Pogacnik descubrió que esta ciudad andina se ha forjado a lo largo de un eje que se extiende como columna vertebral, de norte a sur. Este eje puede percibirse como un canal energético que conecta al Océano Atlántico con el Pacífico. Hay varias evidencias históricas de que las culturas indígenas conocían esta ruta, ya que algunos de sus sitios más sagrados están alineados con el canal energético; por ejemplo: las pirámides de Cochasquí, las lagunas de Mojanda y los montes Imbabura y Atacaso. Sitios que están a pocos kilómetros de Quito.
Los monolitos de piedra del Itchimbía y de El Panecillo (ambos montes considerados sagrados por las culturas pre-incaicas que habitaron el valle de Quito) fueron ubicados en ambos lugares que son considerados puntos centrales del poder de la ciudad. El sello de la Loma del Itchimbía consiste en dos dragones, como dos caras que se entrelazan formando un todo. En El Panecillo o Shungoloma, que en quichua significa ‘la montaña del corazón’ es quizá el punto más generador de fuerzas vitales del país.
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